19/12/08

arte del siglo xx: entre el retorno y la forclusión



El arte del siglo XX no se desliga de dos conceptos entrelazados y fundacionales que lo atraviesan:

1. La ruptura formal que las vanguardias imprimieron a un concepto del arte, forjado históricamente en…
2. Las nuevas coordenadas que la modernidad impuso desde sus orígenes renacentistas.

El psicoanálisis, producto él mismo de la modernidad industrializada, ha acompañado y muchas veces abierto las polémicas socioculturales acerca de la construcción de las subjetividades de la época. Desde el descubrimiento de la dimensión inconsciente de las conductas humanas en relación a la sicopatología de la vida cotidiana, hasta la elaboración de metodologías de análisis de los fenómenos artísticos, el psicoanálisis se ha mostrado como un refinado juego de relaciones intersubjetivas así como un campo conceptual que comparte intereses con la historia del arte, la política y la educación en sentido amplio del término (transmisión sería el vocablo más adecuado según el propio psicoanálisis).
El psicoanalista francés Gérad Wajcman comienza su libro preguntándose por el objeto del siglo XX. Aquel objeto moderno que pudiera erigirse como más verdadero, como marca, símbolo, monumento del siglo. Al igual que otros autores, fecha el inicio del siglo en el estallido de la Primera Guerra Mundial, su cenit durante el nazismo y su conclusión entre los escombros del sistema comunista de organización socioeconómica. A esa luz descarta, de los muchos objetos representativos de nuestra era, aquellos que la industria y el consumo han enarbolado como íconos: la minifalda, una botella de coca cola, el electrodoméstico…etc. Por el contrario su criterio se enfoca a dilucidar aquellos acontecimientos trascendentales que ha producido el siglo, los signos materiales que han dejado su impronta en la constitución de la subjetivad de la época. Así, plantea que el siglo pasado ha sido, a todas luces, el siglo de la demolición. Su primera conclusión es proponer a las ruinas como ese objeto de los tiempos modernos, la imagen de un campo de ruinas producto del poder devastador desatado en el siglo. Pero inmediatamente argumenta que las ruinas, si bien son sin duda, objeto contemporáneo, lo son del tiempo anterior a la “Solución Final”. Un objeto del tiempo anterior al tiempo que inventó la destrucción sin ruina.
Según entendemos, para Wajcman, el genocidio cometido por los nazis, funcionaría como una especie de punto de almohadillado, una clave para leer el siglo, en su sentido de punto álgido en la modernidad. Una puntuación que permitiría atrapar algo de la lógica de ese cero absoluto que es el exterminio, esa producción de una negatividad absoluta, la ausencia. Un objeto producto de una operación de negación radical, una especie de mas allá de la represión, un olvido absolutizado. La ausencia es sin duda ese objeto de una época en la que algo puede tener lugar más allá de la memoria y el olvido. Objeto de una operación que no deja huella de las huellas, que vuelve inimaginable, indecible que algo haya sucedido, porque no hay restos ni lugar a partir de los cuales una memoria pueda olvidar. Sin ruinas la memoria misma está muerta, en su lugar la borradura, la abolición radical, la negatividad absoluta de “lo que no surgió a la luz de lo simbólico”. El autor apela a la noción de forclusión, tomada de Lacan, para recortar este objeto que “sale al cruce de toda reminiscencia”, porque no deja, en lugar de huella, más que una hiancia, un agujero.
Punto de almohadillado: para el psicoanálisis lacaniano es la operación que ata al significante con un significado. En el sujeto normal hay ciertos puntos de fijación de sentido que permiten la construcción de una realidad compartida y socialmente aceptable.

Forclusión: mecanismo de defensa psíquica específico de la psicosis, distinto de la represión, en el cual un elemento es rechazado fuera del orden simbólico, exactamente como si nunca hubiera existido.


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